Donde venden seguirán vendiendo.
Por: Valentín Medrano Peña.
“Alguien a título de consejo y desaprobación me preguntó: ¿vas a jugarte la vida defendiendo a un solo hombre? Y respondí tratando de ser honesto, NO, por él quizá no, pero por la defensa del debido proceso soy capaz de perderlo todo, pues todo es lo que se pierde cuando lo perdemos” (Twit).
Cuando Galileo Galilei dijo que la tierra era redonda y que se movía al rededor del Sol tuvo a todos en contra. De ser hoy, las redes explotarían y sería tendencia y los odiadores de las redes y medios le tildarían de hereje, apostata, delincuente, y de seguro pedirían un ministerio público “independiente” que llevaran a cabo las políticas del Rey de hacer valer las leyes que constriñen lo que consideran delitos no escritos.
Los años dieron razón al condenado socialmente, la degradación tocó sus cimientes y afectó a sus familiares y amigos. Muchos de los cuales le negaron reciprocando al Pedro que en similar situación negó al Cristo.
Galilei escribió su nombre y logros en la historia con letras doradas e indelebles y sus acusadores quizá sólo sean referencias para hacer saber que el diablo tiene presencia en cada hecho y coyuntura histórica de la humanidad. Los malos venden sus almas y acciones al diablo. Se gozan del mal y lo ejercen.
La humanidad se ha asociado para contrariar a los justos. Jesucristo no ganaba unas elecciones de “que viva o que muera” en una era en que no más de cinco quedaron incólumes defendiendo al cordero de Dios.
Así las cosas, tomamos partido, renegamos de la esencia humana, o quizá simplemente se equivocan los que evocan y definen humanidad como acción bondadosa típica de seres superiores al resto.
El caso es que no siempre, o casi nunca, ser minoría respecto a actos señalados justicieros por la mayoría, es malo o representa equivocación. Galileo demostró que la mayoría suele estar equivocada, por ello y para no ser pescador por contagio, es imprescindible tratar de razonar las posturas en conflicto.
He visto que en el caso de mi carrera, de mi profesión, algunos abogados desconocen las fronteras entre derecho penal y derecho civil, lo que no sé, por la imposibilidad humana de hurgar en las anatómicas mentes, si el desconocimiento es adrede o real.
Hoy, en nuestro país está en juego y bajo ataque el debido proceso de ley, se bombardea y es muy popular hacer causa común con los nazis modernos y multicolores que dirigen los ataques. Oponerse es casi suicida, golondrinezco. Empero es apuesta galileico-cristiana al tiempo y la justicia en la que uno pretendo Dios toma partido.
No hay muchos valientes hoy día. Salvo aquellos que ejercen la cobarde acción de usar el poder punitivo políticamente y los que hacen causa común por odios y deseos de venganzas.
El match es el mismo de siempre, verdad, históricamente con mínimo apoyo, apenas aveces de uno contra el mundo, y la mentira, fastuosa y llamativa, rimbombante y colorida, con fanfarrias y voceros. Es la lucha de la razón contra la fuerza, de la justicia contra el poder, poder que está potenciado por la comunidad sanguijuela de líderes de comunicaciones que cobran en el Estado no importando dirección.
Vamos al cadalso moral, social y político, y poco importa, quizá es algo bíblico, profético, pero lo que si preocupa es que los sellos éticos obligados de nuestras cabezas estén rotos y solo procuren gananciales populares en detrimento de lo noble y bueno.